Reflexión El internet, la televisión, los grandes centros comerciales han acorralado la palabra en aparadores blancos e higiénicos; hoy, por ejemplo, encontramos poemas diseccionados en veinte o veinticinco tarjetas correctamente organizadas en casillitas; sus vecinos son, la mayoría de las veces, lápices rosados con la estampa de una muñeca con un sombrero ridículo y una canasta llena de flores o súper héroes de capa ondeante y mirada agresiva. ¿Dónde, me pregunto, han quedado las emociones que antaño propiciaba el noviazgo? Hace unos años –no muchos por cierto- los enamorados remitían largas misivas en las que se grababan juramentos de amor o se revelaban los sentimientos que el celo de la adolescente había custodiado por meses. Hoy las cartas de marras dieron paso al insulso e-mail el cual, casi siempre, contiene palabras escritas a la mitad o con figurines que remplazan vocablos. El amor, en este contexto, es una nueva excusa para consumir productos diseñados, distribuidos y comercializados por un grupo de individuos ebrios de avaricia. El amor deja de ser un sentimiento para ser un producto que se puede moldear, transmitir, delimitar y configurar bajo los preceptos de la lógica de mercado. Hay mujeres y hombres, sin embargo, que han respondido al secuestro del amor con versos pletóricos de emociones y de sentimientos sinceros. Así, por ejemplo, aparece la heroína que quiere desagraviar a todas las mujeres engañadas asestando versos contra el novio traidor: http://roke05.blogspot.com/2006/12/mi-justicia-en-tu-verdad-llego-la-hora.html Sofía, nuestra Poeta, desmigaja el dolor en versos dinámicos, naturales y entendibles por toda clase de público. Los poemas de Sofía conmueven los sentimientos aletargados de aquellos que transitamos la cepa oscura del desamor hace algunos años, o abre la puerta misteriosa para los que aún no se han aventurado por los meandros del amor. Ella, asimismo, anima con la sencillez de sus poemas a registrar nuestros sentimientos con palabras naturales, sin artificios ni vocablos complicados; ella nos invita a decirle a nuestra pareja “me haces falta”, o “quisiera que te quedes conmigo”, sin giros, sin trucos. ¿Quién no se anima a escribir con versos como los ya citados? Es innegable que, frente al enjambre de frases de cajón o de versos fusilados de los grandes poetas, los poemas de Sofía incitan, quizás involuntariamente, a la resistencia contra el amor mercantilizado y contra frases estériles que no transmiten nuestro dolor o nuestra alegría. Diego Niño
De mi colega, gracias.
Hola Sofía; no sé si te envíe o te dejé este poema en alguna parte. Si es así no sobra que te lo vuelva a enviar. Un abrazo.
En el alma del viento tus versos indagan al oscuro callejón del amor; tus afiladas palabras golpean el silencio postizo de los hombres de corazón plomizo que te han acompañado con sus tinieblas y con sus ríos de cariño escurridizo
Sofía, mi dulce niña, el postigo del destino ha caído; los días perecen en la horno del tiempo las primaveras, como tu lo dijiste, se suicidan en la primera llovizna de melancolía en tanto que tu corazón camina por los senderos ya recorridos y tus lágrimas se bañan en el repetido arroyo del presidio…
Este poema -el último de la gran cascada- presagia la esperanza disfrazada y la espina que tras de ella te espera con su lanza malva
Cerrando así el círculo de desesperanza que rodea la campana santa del amor cantado y saboreado con el alma blanca
Deseo que la vida con su mano mansa te ayude en tu libro fraguado bajo el calor del momento y que los poemas que te faltan nazcan en mejor suelo
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