martes, noviembre 27, 2007

Sin Titulo.

Que decirte…
Que decirte, no se!

Podes ser vos, el de hace tres años, o podes ser quien seas ahora,
Pero de todas formas no serias quien he conocido,
Y no volverás a serlo nunca.

Es un recuerdo que no se borra fácil.
Pero se ha desteñido con el agua, con el viento y con el frío.
Se ha desgastado en kilómetros, en otros besos y palabras vacías.
Y se ha debilitado en nuevas emociones, nuevas ilusiones y nuevos desconsuelos.

Y como explicarte…
Como explicarte, no se!

Supongo que debió ser por el tiempo, pero por el tiempo que hoy tengo la suerte de contar.
No por el tiempo que pasó y que creí suficiente, cuando no lo era.
O por el que aún no paso, o por el de ahora, que se ve peligrosamente adecuado.

Entonces, como entenderte…
Como entenderte, no se!

Y aunque tuve la intención de intentarlo, pronto descubrí que lo he intentado otras veces y nunca me dio resultado, o jamás llego a un buen puerto.
Entonces, como tragar el mal sabor que me deja en los labios tu repentino amor y repentino olvido?
Como apuntarte, que por mi quisiera, pero que ya estoy grande, y no creo en los cuentos como antes.

Y esa progresión, para bien o para mal se lo debo a lo que hiciste, que para bien o para mal, tuvo algún impacto, tuvo una repercusión y me afecto de algún modo.

Y más para mal que para bien, creo que la propia educación que me has dado hoy no te convence, y desearías bastante que fuera tan ingenua, como cuando apenas pusiste tus manos sobre esta cabeza, y empezaste a moldear esta, la pupila de tu posible destrucción.

María Sofía Borsini – martes, 27 de noviembre de 2007.

Segura derrota.

Me deje rendir, cuando me supe sin armas, sin fuerza.
Me deje rendir cuando encontré inútil luchar por ti.
Me deje rendir cuando ya habías hecho una decisión, y yo no me encontraba en ella.
Me deje rendir cuando no hallaba lugar para mí en tu vida, y era muy incomodo pedírtelo.

Me deje rendir o me quede sin ganas.
Me quede sin ganas o tuve que aceptar tus prioridades.

Fue lo más razonable,
O fue lo único, lo único que podía hacer.

Me deje rendir porque me sentía perdida.
Me deje rendir porque cada vez me volvía más inútil, más dependiente.
Me deje rendir, no se, por que era lo que pretendías.
Que me rindiera, que me rindiera sola, desgastada y sin fortalezas.

Y me deje rendir, y no conseguí nada.
Tampoco era que estuviera esperando algo, pero quien sabe.

Solo me deje rendir, y comencé a buscarle un nuevo sentido a todo esto.
Si, claro, como si todo esto tuviera algún sentido.

Me deje rendir por ociosidad o por conformismo.
Me deje rendir y punto, sin razones, explicaciones o motivos.
Y si de todas formas los tuviera, no habría nadie que quisiera escucharlos.

Me consumí en una segura derrota.
Me vestí de banderas blancas.
Deje volar a miles de palomas.
Y aún no comprendiste que vine en son de paz.

De todas formas, pacifica y blanca se que no existo.
Ni tampoco en guerra, en guardia,
O disparando contra ti.

María Sofía Borsini – Martes, 27 de noviembre de 2007.

lunes, noviembre 26, 2007

#3

Que se yo,
Yo me quedo acá, atrapando algún sueño.
Y si me aburro no va a ser tu problema.
Porque vos no tenes porqué cuidarme.

La duda es hermosa,
pero tener tantas dudas ya no es divertido.

María Sofía Borsini

Te ví.

Hoy te ví.
Después de dos meses que no te veía.
Después de dos meses que me moría por verte.
Hoy te vi de casualidad.
Sin planeamientos, sin estrategias.

Hoy te vi,
Más o menos de a 50 metros.
Hoy te vi, creo q a media cuadra.
Hoy te vi y no me viste.
Pero te vi, te vi, te vi.
Y te vi distinto.

Y me cuesta creer q eras vos.
Y hubiera preferido no haberte visto.

Y es que todos los días volteo la mirada a esa esquina.
A esa cortada, para espiar.
Y ver que no te veo.
Y saber que no estas.
Pero hoy estabas. Hoy estabas, si.
Y te vi, te vi y no me viste. No me viste pero te vi.


Y como te decía, estabas ahí
Haciendo nada, como siempre.

Te vi y me perdí.
Te ví y me sentí bien.
Te vi y me sentí mal.
Te ví.
Estabas ahí y te vi.

Obsesionada yo?
Nada que ver.

María Sofía Borsini – Lunes, 26 de noviembre de 2007.

Partir.

Ojala fuera tan fácil dejar partir tus manos, dejarlas partir y ya.
Decirle adiós a esos dedos tan perfectos, y creer, aunque sea sólo por medio minuto creer, que no los extrañaría.
Pero cada vez me es más difícil engañarme.
Y debe ser por eso que no puedo soltar tus ojos.

Tus ojos! Tus ojos!
Esa mirada que habita en tus ojos!
Tan azules, tan profundos, tan inmensos!
Si tuviera que describirte solo eso te diría, y así estaría diciendo todo.
Mar, habita el mar en tus ojos.
Mar, me haces acordar tanto al mar!
Mar, si, mar! Que palabra tan perfecta! Y que bien combina con tu nombre!

Tu nombre! Otra palabra perfecta! Palabra que repito, insensatamente!
Siete letras que me han arrancado cualquier cordura que podía quedarme.
Y que bien que se siente, estar en la nada!
Porque lo se, ya lo he perdido todo, pero estoy tranquila, ya nada tengo por perder.

Y morir, si, morir, porque se que ni viviendo por ti siquiera, conseguiría que regreses!

María Sofía Borsini – Lunes, 26 de noviembre de 2007.

Fidelidad.

Su cuerpo es anfitrión de caricias
Que rechaza sin siquiera dejarlos entrar

Sus brazos son cárceles de abrazos
Que no deja salir
Que no permite que se enreden en los brazos de otro alguien.

Te ame, si te amo mucho.
Te ame más de lo que podría imaginar.
Y más de lo que querías.
Más de lo que necesitabas.
Te ame hasta hartarte.
Te ame, si, te ame.
Pero no.

Te ame, si, te ame.
Pero no sirvió.
Pero no pude.
Pero no.

Y parece que es ella quien tiene amor en la medida justa.
Y de ella no hay sobras.
Seguro que no.
Y yo podría haberte amado más si hubieras querido.
Si hubieras querido.
Pero no.

Me da bronca tanta fidelidad de tu parte.
Me da bronca que seas tan feliz.

No conocías mi lado egoísta?
Acá está.

María Sofía Borsini – Lunes, 26 de noviembre de 2007.

No somos amigos.

(Al Recuerdo Retornante Que Empieza Con E)

Eran 27 los contactos conectados.
-Uh, zarpada!
Sí.
-Con cuantos hablas?
No respondí, hice un gesto.
Con ninguno, muy difícilmente le respondo a alguien.
-Ah, sí. Algo me habías contado…
Puede ser.
-Contame si queres.
No, no quiero.
-Dale, somos amigos.
No, no somos amigos.
Durante una semana de mi vida fuiste mi amigo, luego fuiste mi novio, y cuando dejaste de serlo no fuiste nada, entendes? O sea que ahora somos nada, ni amigos, ni novios, ni amantes ni nada. NADA.

No se porque me mira y se acerca a mi boca, no se porque intento alejarlo y me quedo sin fuerzas, no se porque me ahogo diciendo que no, no se porque no me escucha, porque nunca me escucha.
No se porque se le ocurre la estupida idea de jugar conmigo, como si tuviéramos apenas cinco años, porque me hace cosquillas, porque me acaricia, porque se me acerca, y finalmente me roba un beso, ese beso que siempre digo que será el último, esa contradicción que ya debería dejar de decir.

Perdí todo interés en el juego, llega un punto en el que me canso de intentar desatar sus manos inútilmente, y digo, “bueno, otro día en el que terminaremos igual”, y me dejo besar por su boca, y me dejo tocar por sus manos, pero ya no lo siento, ya no lo siento como antes, ya no lo siento como solía sentir, ya no siento NADA.

Y el sexo se torna aburrido, porque ya no lo amo, y porque el tampoco me ama a mi, y aunque me digas que eso “no tiene nada que ver”, yo se que tiene que ver y mucho, porque antes de que hubiéramos matado cualquier rastro de amor entre nosotros, sentirte dentro mío era lo mejor que podía pasarme.

No se exactamente cual fue el momento preciso en el que deje de engañarme, no se cuando fue, pero estoy segura que hubo una de estas tardes de abril o mayo, en las que te buscabas una excusa para venir a mi casa, y hablábamos como civilizados amigos, y después empezabas con lo de siempre, las cosquillas, los besos, las manos…

Hubo una tarde en la que empecé a sentir esto, esto que siento ahora, o sea, NADA.
Cuando me di cuenta que era solo un conformismo a tu persona, era estar tan cansada de pelear contra vos y por tu respeto, que me dejaba llevar fatigosamente por algo que no era lo que quería.
Algo que ya no era lo que quería, porque increíblemente ya no te quería, YA NO TE QUERIA.

Y me parece que aún no me entendes, que aún no queres creerme.
Obviamente, después de todas las veces que dije “basta” yo tampoco me creería.
Pero te sorprenderá saber que esta vez es cierto, y es inútil que me vendas esa falsa imagen de “terminamos, pero ahora somos amigos”.

Porque no puedo ser amiga de alguien a quien ame, y no puedo ser amigo de alguien que se empeña en besarme y no me escucha cuando digo que no, y no puedo ser amigo de alguien que a esta altura ya me da asco.

Si ya te sentís ofendido podes cruzar esa puerta para no regresar jamás, si aún podes soportar que te diga lo mucho que aborrezco tu comportamiento y lo estupido que te ves al dejar que te conforme como un infante, sentante, que tengo bronca e impotencia acumulada de dos años.

Porque, aunque suene irónico, duramos más tiempo clandestinos que juntos.

Y aunque te parezca figurita repetida, ya me canse. O mejor dicho, de harte.
Si, ME HARTE DE VOS.

Así que, si no te molesta, correte, permiso, quiero seguir con mi vida. Gracias.

María Sofía Borsini – Lunes, 26 de noviembre de 2007.

viernes, noviembre 23, 2007

Sin Titulo 3.

(Recuerdo de un 14 de Febrero, Lejos, Lejos)

Todavía me niego a creerlo. Estoy esperando a que me mires, te rías y me digas “tonta, era un chiste” como siempre solías hacerlo.
Pero no.
No me miras fijo y no te reís.
Intento agarrar tu cara, y la desvías, escondes los ojos y apretas los labios.
Y doles. No sabes cuanto doles.

Podrías decirme que es mentira aunque sea verdad.
Y aun así, sabiendo que mientes, te creería.
Te juro, lo haría.

Pero justamente hoy se te dio por ser honesto.
Y la honestidad me duele. No sabes cuanto me duele.

Vamos, todavía podes decirme que es mentira.
Decilo! Decilo!

Te callas, te callas por horas, y me abrazas fuerte, parece una despedida, es una despedida. Y te estoy abrazando por última vez, y te extraño. Confirmo que ya te extraño.

Te pido que me sueltes, que te vayas, que te arrebates de mi vida y que jamás, jamás regreses.
Y en realidad lo único que quiero es que estés aquí por siempre.

Quiero despertar, que todo esto sea solo un mal sueño y nada más.
Y por primera vez, le tengo más miedo a la realidad.
Porque se que esto es real, y esa es la peor parte.

María Sofía Borsini – Viernes, 23 de noviembre de 2007.

martes, noviembre 20, 2007

Juan.

(A pedido de mi Psicologa, A la cual, Misteriosamente, Deje de visitar)

Me llamo Juan, porque siempre hay muchos.
También podría llamarme Pablo o Martín, pero esos ya son menos, así que me quedo con Juan, para continuar con el “anonimato no anónimo”.

Me llamo Juan y me gustan las chicas con mucho pelo que se irritan cuando se les infla por la humedad.
Me gustan las chicas que prefieren caminar 30 cuadras largas. Muy largas, antes que tomarse un micro.
Me gustan las chicas que usan Jean porque saben lo bien que le quedan, y me gustan las chicas que se ponen polleras para enloquecer con esas larga, largas piernas.
Me gusta esa clase de chicas que nadie mira, que pasan desapercibidas por ahí pero que son toda una estrella por dentro.
Me gustan esas chicas que esconden tanto pero tanto, que jamás llegas a conocerlas por completo.
Me gustan las chicas como María por ejemplo, y le digo María porque de ese nombre también hay muchas, ¿Quien no conoce al menos una María? , aunque sea María algo o María a secas, siempre las hay.

Entonces, María se llama la mina más piola que conozco.
La que se ríe de todos mis chistes sin recriminarme ninguno. La que pasa horas frente al espejo viendo que ponerse pero después te dice que se levanto tarde y que ni siquiera se peinó.
Yo igual no le creo, porque yo la conozco, yo se como es María.

María es un sol que camina, es como la luz con ojos y patas.
María carece completamente de algún extracto de ego, es la dueña de la autoestima más baja del mercado.
María no se valora, pero yo si valoro a María.

Maria es de esas chicas que no cruzas en cada esquina, no señor, capaz que con fortuna puedas encontrarte una María cada cuadra y media, si es un día de suerte, si esta lindo afuera y se les da por salir de ese refugio-habitación en el que viven y se esconden de la realidad que les lastima los ojos y las enceguece cuando hay mucha claridad.

María es casi-perfecta, y me encanta María.
Pero María no puede ser mi novia, porque María es mi amiga.
Quizás alguna vez pudo serlo o lo fue, pero ahora no, porque ahora no se puede.

A María la conozco hace más o menos dos o años, o capaz que tres.
Pero en realidad parecen que fueran cien siglos, o veinte o diez.
Diez, creo que con diez me alcanzan.

María es de esas personas que saben todo de uno, a veces más que uno mismo, y uno nunca sabe de donde lo saco, quien se lo contó, como lo aprendió, o como se dio cuenta.
Y uno cree saber todo de María, pero siempre hay “algo más” que nunca llega a saber.
Con María podes hablar de lo que quieras, María nunca te va a decir que no a nada.
María es una chica muy abierta, que sabe entender cualquier cosa, por más que no le convenga, que le haga mal, o que salga perdiendo.
María prefiere la verdad antes que cualquier mentira, pero María miente a veces para no lastimar a los demás.
María no confía mucho en si misma, pero nunca me dijo porqué y yo tampoco me anime a preguntar.
María tiene un pasado largo y un alma herida, que no cualquiera va a poder curar, pero ella está segura que en el mundo existe alguien, que sólo es cuestión de buscar.
Y yo espero que tenga razón y que lo encuentre, porque María no nació para estar sola, y alguien debe merecer todo ese amor que ella tiene para dar.

María estaba muy mal cuando yo la conocí, María estaba oscura.
María estaba llorando y me llamo a mí antes que a otro, María me hablo de cosas que yo no entendía, pero María confió en mí. Y eso aún hoy me pone muy feliz.

A María después se le enredaron los cables y yo se los cruce más y más. Y María hoy sigue enredada, pero lo disimula y sólo lo dice de vez en cuando, cuando el alcohol la justifica y después puede remendarlo todo diciendo que era una broma y nada más.

No me gusta que María tome, y que ahora haya empezado a fumar tampoco. María se hace mal porque quiere castigarse no se porque, porque no fue culpa de ella no saber elegir, porque no fue culpa de ella confiar de más.
Porque no fue culpa de ella querer vivir.

A María le gusta que los chicos usen cadenitas o collares o cosas así. Y a María le gusta saber el porque de todo, conocer las historias y escuchar, escuchar mucho, y mirar a los ojos, de vez en cuando, cuando entra en confianza y se anima a empezar.

Y María no se olvida nunca de nada, no se si es porque no puede o porque no quiere, pero esta bueno a veces que no sepa olvidar. Porque te deleita con anécdotas locas que barrió el tiempo, que uno nunca recuerda, pero cuando se las cuenta se ríe, y se pone melancólico y nostálgico de todo lo que pasó y probablemente no vuelva a pasar.
Debe ser por eso que María casi siempre esta triste, porque piensa mucho, y en esas cosas es mejor no pensar.

Cuando María esta triste nadie le dice nada, pero cuando esta feliz todos le preguntan porqué, y María nunca sabe que responderles, porque cuando ella esta feliz nunca tiene motivos, sólo tiene pequeñas alegrías acumuladas, y cuando se juntan muchas estallan en una risa que le dura un tiempo, pero ese tiempo es hermoso, y contagia de belleza a quien se cruce en su camino.

Es por eso que María también es hermosa, aunque no te des cuenta en el primer instante y en el segundo ya sea demasiado tarde para notarlo. Y es por eso que María es hermosa de una manera rara, es raramente hermosa, y es por eso también que María tiene muchos amigos varones, y hasta muchos ex - novios, pero pocos amores que le ocupen la cabeza ahora.

Porque María no se enamora fácil, pero cuando lo hace, se enamora para siempre.
Claro que no siempre encuentra quien le devuelva ese amor que entrega, y por eso queda sola, llorando en algún rincón para que no la vean.
Pero la ven igual, y la gente siente lastima por María en ese momento. A algunos hasta le da bronca que sienta tanto, que sienta tan fuerte, y que olvide tan lento, o que no olvide nunca.

Y es por eso que algunas personas no quieren a María, porque no entienden su forma de ser, su forma de ver la vida, su forma de amar, y su forma de amar para poder vivir. Porque María necesita ilusionarse de algo para tener ganas de salir afuera a dar vueltas por la plaza, María necesita motivos, necesita razones. Y María las consigue fácil, las consigue rápido, para ocupar la cabeza en otras cosas, en cosas nuevas, mientras que por dentro se recupera y va construyendo y remendando paredes para prepararse a lo que sea.

Pero María nunca está preparada. Y aún así sigue sin importarle si va a salir golpeada.

María a veces es tonta, desaprovecha oportunidades y después se arrepiente, pero yo más tarde la consuelo diciéndole que no fue su culpa, ella no sabe cuando debe confiar y cuando no, y a decir verdad, yo tampoco lo se.

Pero María sabe muchas cosas, y de vez en cuando me las enseña a mí, y a María muchos no la entienden, pero lo que aprendió, lo aprendió viviendo, lo aprendió con sangre, y a veces enseñarlo duele, pero lo enseña igual, para que a los demás no les lastime tanto, aunque ella sabe que de nada sirve la teoría sin la practica, y que tarde o temprano, todos vamos a sufrir, aunque sea un poquito.

María piensa que su nombre es horrible, pero a mi me gusta, debe ser por eso que lo repito tanto, por que es hermoso, porque significa poco, pero me remite a mucho. María me gusta a mí, aunque ella lo deteste.

No se si María se enamoró de mi alguna vez, pero yo si estuve enamorado de María, aunque fue en el tiempo y en el lugar equivocado, y hoy el peso de los años, y el hecho de conocernos tanto, nos juega en contra por muchos motivos.
Así que cuando María quiso jugar con mis sentimientos de nuevo, le tuve que decir que no. Y me parece que hice lo correcto. Porque no es que lo ella lo haga apropósito, ella juega porque no se da cuenta, y ella llora cuando nota que estuvo jugando.
Entonces le dije que no para ahorrarle la angustia, y si ella no lo entendió en su momento, creo que ahora me lo agradece mucho.

Ni María se llama María, ni yo me llamo Juan. A mí María me dice Ángel, y a ella, yo (y únicamente yo) la llamo Polaroid. Y María de verdad existe y de verdad esta cansada, pero yo a veces le aliviano el peso si me quedo después de la madrugada hablándole de irrealidades como a ella le gusta hablar.

Y María quiere cortar los cables, liberarse, irse lejos y poder volar. Y yo le digo que lo haga, que sólo así va a estar mejor.
Es por eso que María en dos meses me va hacer caso, y yo lo único que hago es desearle suerte, y a veces, si me animo, le digo que la voy a extrañar mucho mucho, pero la dejo ir porque la quiero, y espero que esto la haga muy feliz, porque se lo merece, de verdad se lo merece.

María en realidad debe haber sido una estrella que no se debía pisar este infierno en la tierra, pero acá está, encantándonos a todos con su personalidad. Y yo tuve la enorme dicha de conocerla, es por eso que espero, que cuando se vaya, siga estando acá.

María Sofía Borsini – Martes, 20 de noviembre de 2007.

lunes, noviembre 19, 2007

Primavera.

Miro las hojas.
Y parece que estan temblando de frío.

Miro las calles.
Y no creo que se acostumbren a no ver tus pies.

Escucho la puerta.
Me asomo y no sos vos cruzando el olvido.

Busco tus ojos.
Y no se donde fue la última vez que los ví.

Busco tus labios.
Y tampoco recuerdo donde los perdí.

Pasa la gente.
Y todos esperan el momento para ser felices.

Escucho la música.
Y cada melodía la puedo adaptar a vos.

El cielo está oscuro.
Debe ser porqué termino el invierno y aún no te he visto.

Y si te veo en primavera,
Será mucho peor.

María Sofía Borsini

Pero no quiero.

Podría borrarte con todo, con nada,
O con el viento.

Podría borrarte así nomás,
Pero no quiero.

Till te sun fall down, i will be here.
RIGHT HERE.

#2

No me imagino, realmente,
El día que deje de verte.
María Sofía Borsini

miércoles, noviembre 14, 2007

Tire y afloje.

Sabes una cosa?
Yo no te pedí nacer.

Y no se como ni por qué se te habrá ocurrido.
Pero acá estoy.
Vos me creaste, ahora, bancatela.

Y lamento mucho que te empezara a joder recién ahora, después de 17 años.

Sólo te puedo decir dos cosas:
No tenes 20 años.
Y no podes hacer lo que queres.

No, no podes, por más que tengas 53 años, estés grande, seas dueña de tu vida, y me digas que nadie te va a venir a cambiar ahora.

Porque no tenes 20 años aunque quieras aparentarlos.
Porque no sos completamente libre aunque te vayas durante todo un fin de semana, apagues el celular, te trague la tierra y nadie sepa donde carajo estás.
Ni siquiera así sos completamente libre.

Y yo no busqué contribuir a tu encierro, a tu cárcel de responsabilidades.
Ya te lo dije, no fui yo quien te pidió nacer.

Y si hubiera podido alivianar tu vida, lo hubiera hecho.

Y no sabes cuanto me entristece que ni el botox ni el bisturí te puedan quitar lo que ya viviste.
Y que ni las cremas ni el maquillaje puedan volver el tiempo atrás.

En estos tres años pasamos de todo.
Y pude ver la decadencia de nosotras dos.
Esta relación madre-hija, este “tire y afloje” que cada día se me hace más difícil de soportar.

Y las dos nos mentimos, después de papá la vida no iba a ser perfecta. Nunca lo es.
Pero hace tres años que intento acostumbrarme.
Hace tres años que “me estoy mudando”.
Y me faltan sólo dos meses para mudarme de nuevo, y esta vez mudarme en serio.

Irme lejos y no volver.
Después de tanto perseguirlo, al fin llegué.

Y no es por vos, ya te lo dije, y ya lo sabes.
Yo a vos te quiero mucho mamá, pero no podemos vivir juntas.
Y a veces las distancias hacen bien.

Hay veces que hacen bien, mucho bien.

María Sofía Borsini – Miércoles, 14 de noviembre de 2007.

Sin titulo no se cuanto.

No, no llores.
Que para eso estoy yo, el, ella, y el grupo de allá atrás que se esconde detrás de aquel farol.
Así que no, no llores que acá tenemos lágrimas en abundancia, rebalsando cualquier propósito.

Por qué mejor no te reís? Dale, dale, reite que esta bueno.
O sonreí al menos, que hace rato que nadie hace eso por acá y nosotros somos gente a la que le gusta innovar.
(Depende de en que cosas, obviamente)

Eso! Eso! Reite así!
Iluminando todo con esos dientes blancos con dos caries en algún molar que no se su nombre.
Con esos labios quebrajados por el frío o por la sal.

Ves? Ves como cambio el color a primavera?
Ves? Ves que ahora hay olor a libertad?

Yo te dije, si, te lo dije. Que hiciste mucho por esta vida que tenes acá enfrente y que te esta hablando.
Yo te lo dije, que hiciste, hiciste, hiciste. Hiciste sin parar y nunca te diste cuenta.
Pero cuanto que hiciste por mí. Cuanto. Y jamás lo notaste.
Gracias por tu desinteresada colaboración a mi felicidad.

María Sofía Borsini – Miércoles, 14 de noviembre de 2007.

viernes, noviembre 09, 2007

#1

Hay cosas que dicen mucho;
Y hay muchos que dicen cosas.

María Sofía Borsini

jueves, noviembre 08, 2007

Soledad.

Reflexioné sobre lo que estuve leyendo.
Y tenes toda la razón, y me enamore de tus palabras.

Cuando la soledad ocupa mucho lugar hay que sacarla afuera para que respire.
Y puede ser que no esta tan sola, me acompaña mucha más soledad.
Y a veces se transforma en una compañía agradable.

Y viste? Viste que se disimular muy bien?
Apuesto la vida (o lo que queda de ella) que jamás supusiste que estaba mal.
Que me moría, realmente me moría por dentro.
Y que te tenía enfrente, y que me hablabas, y te respondía, y te miraba como si nada.
Como si no me muriera, como si no.

Y después me quedaba sin palabras.
Sin palabras pero con boca, para decirlas más tarde, cuando se me acomoden en la lengua y decidan salir.

Y ponele, ponele que el domingo no me dolías.
Ponele que soporte muy bien.
Viste que buena actriz puedo ser? Lo viste?

Pero es imposible mentirte ahora, que te escribo para que no me leas.
Me bajo la presión tres veces, en una casi me desmaye.
Me volví loca al entrar en recuerdos, al perderme en libros y al ver ahí (donde ya sabes) a mi viejo yo.

Y nota, nota bien, que cuando mirada para abajo, era porque estaba a punto de llorar.
Y si te interesa saber, iba a llorar por vos,
Por muchas cosas, pero por vos en principal,
Por muchas cosas, por cosas que les des las vueltas que le des, terminan en tu nombre.
Terminan con N, empiezan con A, y dan vuelta a un universo de letras de cristal.

Y llegan, y vienen, y se van.
Y me rozan, y me ponen los pelos de punta, la piel de gallina.
Pero no te das cuenta, por suerte, de mi enamoradiza estupidez.

Soledad…
Soledad…
En realidad no estoy tan sola.
Sólo estoy muy lejos, muy pero muy lejos de lo que solía estar.

A 1012 Kilómetros de tu alma.
Pero a dos cuadras de tu cuerpo.
Pero tu cuerpo no me sirve, a tu cuerpo no lo quiero.
Te quiero a vos.
Y a la luz, que viene anexa a tu mirada.

María Sofía Borsini – Jueves, 08 de noviembre de 2007.