martes, octubre 30, 2007

Mirame.

A ver, mirame, mirame a mí
Entre la mesa que nos separa a los dos.
Mirame, deja esa estrella y mirame a mí!
Mirame cuando te hablo te digo!

Si, si, soy yo, y estaba desaparecida pero volví.
No se si volví para quedarme pero volvi.
Y esta bueno volver de vez en cuando.


Y sabes? Sabes?
Me harte!
Me harte de tantas cosas!
Me harte del ruido que hace el MSN cuando se conectan todos y no se conecta nadie!
Me harte de que nadie sepa leer!
Me harte de los espacios vacíos! Me harte de los “ehhhh…”
Me harte de que abran la boca cuando no tengan nada para decir!
Me harte cuando saben que se equivocan y la abren igual!

Y me harte del celular que no se suena, o se apaga solo, o borra los mensajes que jamás deberían llegar!
Y me harte de cuando percibo una señal y no es para mí.
Y me harte de tantas cosas! Me harte!

Y vos deja de mirar para arriba! Mirame a mi!
Dame un pequeño protagonismo!
Escuchame, créeme! Mirame maldita sea, mirame!!

Y si te enojas, que me importa!
Te grito! Te grito! Si!
Te grito! Mirame! No ves que te grito?

No ves que descargo mi odio hacia vos?
No ves que no tengo odio, pero que lo invento para gritar? Solo para gritar un rato?

No ves? De verdad no lo ves?
No lo ves? No me viste?
No me estas mirando?

Mirame vos a mi, pero no me pidas que te mire.
Yo se lo que te digo, y también se porque.

No me pidas que te mire, no seas terco-testarudo.
No me obligues a decir cosas que no digo, a usar palabra que no uso.

No me hagas hablar que sabes que no hablo.

No me hagas hablar, que sabes que no puedo.

No me hagas hablar, que sabes que no se.

Por eso escribo, porque las palabras que mueren en mi boca nacen en mis dedos y agonizan en tus oídos.
Por eso miro, porque las miradas que recaen en mis ojos cuestionan tus constelaciones.
Y por eso me callo.
Me retiro.
Me olvido.
Y me muero, me muero aquí.

María Sofía Borsini – Martes, 30 de Octubre de 2007

lunes, octubre 29, 2007

Nostalgia.

o Remembranza, o Recuerdo.
(A mi papá)

No te extrañe en los 4 cumpleaños en los que no estuviste.
Ni en los míos ni en los tuyos.
Tampoco en las 4 navidades o en los 5 años nuevos.
Si, 5 porque en el último, que se suponía el último juntos tampoco estuviste conmigo.
O yo no estuve con vos, no se quien tuvo la culpa.

Y no llore la noche en que mamá y yo tuvimos que escapar de casa,
Ni cuando tuviste ese shock emocional que ningún psicólogo ha sabido aun explicarme.

Siempre pensé que esas fiestas eran una falsa excusa de la gente mediocre para unirse con esas otras personas mediocres llamadas familia.
(A las que no podes citarles así, ni odiarlas tampoco, justamente por ser tu familia)

Y yo me sentía orgullosa de odiarlas de todos modos.

Ahora deseo que hubiera un 24 de diciembre en el que seamos 3 de nuevo en la mesa.
O cinco si vamos de la abuela.
O diez si vinieron los tíos a los que tanto detesto con los primos a los que tanto adoro.

Y no me molesta que tengas novia y que hayas dejado de verme, ni que mamá haya decidido “remodelar” su vida y no tenga tanto lugar para mí como antes.

Ok, debo reconocerlo, a veces me agobia.
Por ejemplo en esos momentos en los que me enojo con ella sin tener ninguna razón.
O cuando estamos hablando de cómo fue mi día y le suena el celular.
Porque ni Pablo ni la mamá de Belén son mi familia.

Y quizás no me acostumbre nunca a que mamá tenga tantas amigas, o a que nos arreglemos juntas para salir los sabados a la noche, o que nos pelemos por quien usa la pollera de Jean o las botas negras.

Quizás no me acostumbre nunca a tu ausencia tampoco. Y quizás siga teniendo pesadillas con tu regreso algunas noches más.

Intento no acordarme de vos en ningún momento.
Ni los 8 de mayo ni los días del padre.
Pero hay días en los que no puedo evitarlo.
Por ejemplo en esas películas de Spielberg que nos gustaba tanto ver juntos, cuando no tenía idea de quien era Spielberg ni que esas películas eran de él.
Cuando disfruto de tener la tranquilidad de que nadie me moleste, de que nadie me pregunte con quien voy a salir ni a que hora voy a volver.
Y cuando a veces me gustaría que tener alguien con quien enojarme por no querer que me cuide tanto.

Y hay muchas cosas que aún no se.
No se como se puede arreglar la desesperanza de un sueño vencido.
No se como se puede reparar el dolor verdadero de un corazón roto.
No se como se puede recuperar la confianza cuando se pierde.
No se como se crea la fe cuando no existe.
Ni tampoco se como te digo… Como les digo… Que lo siento, que realmente lo siento.

Podemos volver a la casa?
Podemos ser solo nosotros dos los sábados a la mañana?
Podemos pasar nuestras largas tardes charlando, mirando tele, jugando?
Podemos pelear como antes? Podemos?

Puedo gritarte que te odio y no arrepentirme porque ambos sabemos que no es verdad?
Puedo no decirte nunca jamás que te quiero porque decirlo en 13 años siempre estuvo de más?

Podemos borrar el 22 de febrero?

Me ayudas a estudiar otra vez en la escuela?
Me haces los resúmenes otra vez?
Me enseñas todas esas cosas que nunca nos enseñan?
Me contas como un cuento la historia mundial?

Olvidémonos de todo.
Podes volver a ser el papá ideal?
El que dejaba de lado el trabajo y se quedaba con nosotras en la pileta a jugar?

Quiero apretarnos los tres en la cama!
Quiero abrazarte! No quiero crecer!

Quiero volver todo el tiempo perdido,
Quiero, quiero, quiero…
Quiero soñar un rato.

Perdoname papá, perdoname.

María Sofía Borsini – Lunes, 29 de octubre de 2007.

martes, octubre 23, 2007

Se apaga el sol.

(Gracias Carlos)

Se apaga el sol, la luz, la vida.
No quiero estar cuando me lo confieses.
Ya se que la amas tanto.
Pero no me lo digas.
Se apaga tu luz, eterna gloria mía.
Se apaga el sol, se apaga el sol, se apaga el sol.
Se suicida la única esperanza del 2007.
Se vota toda primavera de junio.
Llegaste al punto obvio. Muy bien, te felicito.
Se apaga el sol! Se apaga!

Vos y tus septiembres mortales!
Como los odio!

Y se apaga la luz! Cuidala!
Se muere el sol en llamas!
Saldrá de nuevo mañana?

Solo me resta esperar que a la esperanza le crezcan alas.
Pues esperemos, esperemos aquí.
Mi cabeza y yo.

Se demora si esta nublado, pero sale.
Sale tarde o temprano.

Esa luz hermosa! Tanto que brillaba!
Se tiño se realidad y se extinguió.
Que lastima, que lastima…

Saldrá algún nuevo sol, esperare la magia del alba.
Espero…

Gonna get better, gona get better, better, better, better, better...


María Sofía Borsini – Martes, 23 de octubre de 2007.

!?!

Apágame el sol por favor.
No quiero ver tus manos…
Atadas a las de ella.
Baja el calor, calla tu voz.
No quiero escucharte decir que la amas, no quiero.
Ensordecé mis oídos y cegá mis ojos.
No quiero percibir nada más.

Y alguna vez tu voz fue mía…
Alguna vez.

...Se apaga el sol, se apaga el sol, se apaga el sol...


María Sofía Borsini – Martes, 23 de Octubre de 2007.

domingo, octubre 14, 2007

Sin titulo 4.

No sabía lo que significaba tirarte el humo en la cara.
Y ahora que me lo contaste, esta bueno.
Ahora voy a disfrutar de soplarte mi principio de cáncer
Y ver como cerras los ojos, lagrimeas, y fruncís el gesto y corres la nariz.

Hacia rato que tenía ganas de verte, vos sos ese punto de partida al que siempre puedo volver.
Y desquitarme un rato por las injusticias, las justicias y todas esas cosas q me pasan y no se si me van a servir de algo.
Y vos siempre estas, y vos siempre accedes, esta bueno tener a alguien que nunca te va a decir que no.
Menos amor, en vos puedo encontrar cualquier cosa.
Cualquier cosa.
Y se siente bien, es relajante.

Además en vos encuentro algo que no encuentro en nadie más: comprensión.
O al menos ganas de escucharme, o quizás me escuches sin ganas y quizás no te importe lo que digo, pero escuchas.
Te callas y escuchas. Eso también esta bueno.

Magia irreal que se siente al entrar en otra piel.
Sos como un vicio imposible de dejar.
Y realmente, como te dije anoche, no se como seré el día en que realmente no te vea más.
No me escuches más. No me contes tus cosas, y no estés físicamente ahí.
Va a ser raro, estoy segura que me va a faltar algo.
Me va a faltar un pedazo de mí, justamente ese pedazo que me conoce tan bien, mejor que yo misma.
Y no encontrarme, y no conocerme, y no saber adonde voy a estar parada sin tus pies.
Va a ser difícil.
Muy difícil.

Sos el hermano perfecto, y tus labios siempre fueron tan dulces.
O tan salados. O tan a punto.
Sos el amigo ideal, y tus palabras siempre fueron tan sabias.
O tan precisas. O tan exactas.
Sos un ex – novio caótico, y tu presencia siempre fue un problema.
O una ventaja. O un respiro.
O una realidad…
Siempre estuviste ahí.
Eso es lo que cuenta.
Y creo que siempre vas a estar.
O al menos quiero creerlo.

Y es que siempre estarás, siempre estarás en mí…

María Sofía Borsini – Domingo, 14 de octubre de 2007.

sábado, octubre 13, 2007

Sin titulo 2.

Llegue a este fastidioso punto de nuevo.
A este punto en el que ya no pido amor, sino que solo pido que me dejen amar.

Que me dejen amar, nada más.
Mira que insignificante lo que pido!

Si, claro que es insignificante, si, claro que puedo amar libremente, si, claro que me dejas amar, pero…
Y si te pido que me dejes amarte?
Ahí ya no lo ves tan fácil. Ahí ya te pongo en aprietos incómodos, en explicaciones inútiles, en palabras vacías.
Ahí ya empezas a mentir como mejor te sale, de la forma en que nunca creíste poder hacerlo.

Y ahí yo creo que te creo y creo más de lo que debería creer.

Pero no concedes mis deseos, mis humildes deseos, de entregarte amor, y no recibir nada a cambio.
Cual es la parte que no te beneficia del juego? No te pido amor! Solo te ruego que me dejes amarte!

Pero seguís rehusado, excluido a mis caprichos, egoísta de mi felicidad.
Te mantenes indemne a mis antojos, justamente ahora.

Lamento informate entonces, que nada podrás hacer para cambiar mis voluntades.
No pienso, no dificulto, ni siquiera considero dejar de amarte.
Jamás se cruzaría por mi mente.
Así que tendrás q vivir con ello.
Así como yo aprendí a soportarlo.

Y así veras como un simple clamor se convirtió en un intolerable, abusivo, fastidioso deseo irrealizable.
Y así veré como finalmente, consigues cansarte de mí.
Hartarte de mis palabras, de mis acciones y de todo mi ser.
Y así, atiborrado, saturado, saciado, colmado, repleto y atestado, veras como puedes decirme que no deseas verme más, ni en el más ínfimo instante de toda esta eternidad en la que me has sumido.

Y así terminare por ver, como logro perder lo poco que quedaba, cuando todo lo que deseaba hacer era recuperarte.

Pequeñas conclusiones que hacen a los grandes errores.
Maldita dependencia que creaste en mí.

María Sofía Borsini – Lunes, 17 de septiembre de 2007.

viernes, octubre 12, 2007

Perdón.

Perdón.
-Por qué?
Por todo.

Perdón por moverte los hilos acordes a mi felicidad.
Y por hacerte creer que no planeo estas cosas, cuando en realidad sí,
Están fríamente calculadas en los rincones de mi mente.

Puede ser que me consideres psicópata, o algo así.
Y tendrías toda la razón en juzgarme.

Pero necesitaba sentirte dentro mío.
Rendirle cuentas a tu cuerpo.
Volver a acariciarte al menos una vez más.

Negarte no podrías, sería solo cuestión de instinto.
Y no hace falta que lo digas, no muevas esos maravillosos labios por favor,
Ya se que no sientes nada. Lo se, y no me importa.
Déjame morir de amor, déjame ilusionarme.
Déjame creer que me quieres, que aun me quieres pero que por algún extraño motivo no quieres decírmelo.
No lo desmientas, por favor, no lo hagas!
Que te cuesta seguirme en mi dulce drama? Solo mentiras para construir mi felicidad, no te pido mucho más que eso. Palabras, palabras vacías y nada más.

Y perdón también por entrar en tu vida, sabia que era peligrosa.
Y fui tan egoísta en adueñarme de ti como motivo de la mía. Pero se sintió bien. Se sintió muy bien.

Y te digo más, sabía que no era para siempre.
Porque nada es para siempre.
Pero más sabia que no sería para mucho.
Y aun así, no quise creerlo.

Y supe desde el primer instante que me iba a doler profundamente.
Y no se en que momento la diversión se transformo en bondad.
En aire, en vicio o necesidad.
Te juro que no me di cuenta, de saberlo hubiera frenado.
Hubiera dicho “basta! Esto es demasiado, hay muchos sentimientos enredados y estoy segura que voy a perder. Y voy a perder mucho.”
Pero no lo hice. No frene.
Y acá estoy, ya me ves.

Y otra vez perdón, por hacerme la sorprendida al verte.
Cuando ya sabia que te iba a cruzar ahí.
Por preguntarte como estabas, por intentar tener una conversación normal, banal y típica.
Y por responderte que yo también estaba bien, que estaba muy bien.
Y era mentira.
Por hacerme la alcoholizada para que me acompañes a mí casa.
Por invitarte a pasar.
Por decirte todo lo que no me animaría a decirte si no supiera que después podría justificarlo en el alcohol.
Por hacerme la que no era yo, la que no estaba conciente, la que no sabia lo que hacia.
Por robarte un beso.
Dos, tres o cuatro.
Por acariciarte, por tener tus manos de nuevo.
Por sentirte otra vez.
Y por terminar la historia.

No fue tu culpa seguir mi juego,
Mi mente a veces se torna oscura, resbaladiza, complicada.

Perdón de nuevo.
Fue completamente mi intención.
Recién ahora se me aclara la percepción.
Recién ahora puedo pensar.
Y estuve mal.
Y me equivoque.
Perdón.

María Sofía Borsini – Viernes, 12 de octubre de 2007.

Sin titulo 5.

No se que te pasa,
Y no me animo a hablarte.
Pero se que estas mal.

Se que estas mal porque se te llenan los ojos de lagrimas, pero no lloras.
Se que estas mal porque cuando busco tu mirada, me esquivas.

Y lo se, y me doy cuenta, y lo noto.
Y estas mal.

Muy mal.
Y espero que lo que te dije no tenga nada que ver con esto.
Y espero no estar contribuyendo a tu soledad.
Pero estoy segura que estas mal.

Y aunque sea tan obvio y nadie lo vea, quiero que sepas que yo sí.

Te juro que yo sí.
Acordate siempre que alguien en el mundo piensa en ti.
Y yo, de una forma u otra, lo hago.

Te juro que no hago.
Aunque vos no lo sepas.



Estabas sentado junto a mí mientras yo escribía sobre vos,
Y vos sin saberlo…
Pero creo que lo notaste,
Porque te fuiste lejos, te sentiste incomodo.

Yo también estoy incomoda después de lo que paso,
O de lo que no paso mejor dicho…

Y me acuerdo perfectamente que cuando yo explote mi crisis, vos estabas ahí.
Y me gustaría que estar para ti ahora.
Me gustaría que esa frase que tanto decimos, que tanto repetimos sea real, sea cierta en este momento.
Y que sepas que “estoy siempre” o al menos intento estarlo,
Pero no se como.

Disculpa, se que necesitabas a alguien.
Y quería estar ahí, pero no pude.

En estos días la amistad se me hace muy difícil,
Sobre todo con vos, que siempre fuiste mi amigo.

María Sofía Borsini – Lunes, 24 de septiembre de 2007.

sábado, octubre 06, 2007

Felicidad.

La felicidad es una emoción, nada más.
Y como toda emoción, dura un momento y luego se va.
Puedo nombrarte tres o cuatro momentos extremadamente felices que me ocurrieron esta semana.
Pero no por eso soy feliz.
Es más, no se si soy feliz.
Y tampoco tengo ganas de pensar si lo soy.

Además, creo que el humano es un ser incapaz de ser feliz.
Al menos serlo constantemente.
No se puede mantener la felicidad como estilo de vida, pero igual, todos nos creemos falsamente felices.
Es como cuando te preguntan “¿como estas?” y respondes “bien”, aunque muchas veces no lo estés.
Es más, creo q mucha veces al otro ni siquiera le interesa lo que vas a responder.

Pero igual lo preguntan, como un estupido deber moral.
Hacerse que se interesan por tu vida.
Hacerse los interesados en alguna otra vida que no sea la propia.

Hay muchas cosas que no voy a entender nunca.
Y hay tantas otras en las que ni siquiera pienso si tendrán o no explicación.
Las dudas son como alfileres de hierro clavados en el cuerpo, me ayudan a sostenerme, a estar en pie.
Pero no se cuanto duraran antes que el oxido me carcoma por dentro.

Hablo de felicidad, pero veo el sentido pesimista de la vida.
Es que hablar de felicidad me pone así.
Porque se que soy incapaz de contenerla.
Porque se que cuando golpea mi puerta, y la invito a pasar, y se sienta conmigo, en la misma mesa, y charlamos, y tomamos el té, y estamos, y nos hacemos amigas, y parece que se va a quedar, que se va a quedar para siempre…

Es justo ahí cuando se me escurre como agua entre las manos.
Agua más liquida que el mismísimo agua.

Pero no aprendo, no, nunca aprendo.
Como todo humano, tropiezo más de mil veces con la misma piedra que siempre se mantuvo ahí, en el mismo lugar.

Y me vuelvo a emocionar, y vuelvo a ser feliz, y mis ojos se vuelven a llenar de brillo.
Sí! Brillo autentico de la verdadera felicidad!

Y otra vez, vuelvo a caer cuando te marchas.
En un pozo interminable, sin final.
Y me desgarro inútilmente los dedos, intentando trepar de nuevo adonde haya luz solar.

Y es ahora que estoy otra vez en cero, no tan lista para volver a empezar.
Y es entonces ahora cuando me detengo, y pienso, que la nada absoluta, se parece tanto a vos.

María Sofía Borsini – Sábado, 06 de octubre de 2007.

Hola, mi ángel.

Estaba durmiendo en una de esas noches en las que no esperaba que pasara nada, como en tantas otras.
Como en todas las noches de mi vida.

Y entonces, sonó el celular…

¿Quién podría ser a esta hora?
Sinceramente, no lo sospechaba, no me lo esperaba.

-Hola, mi ángel. (Era un ángel, definitivamente era un ángel)
-Hola, como estas?
-Bien, ahora que escucho tu voz, mejor.
-Me alegro.

(Silencio)

-Soy feliz y por culpa tuya, te quiero.
(No pude resistir a mi genio, tenia que decírselo)
-Yo también, sabes?
-No, no sabía.
-No lo sabías?
-Vos nunca hablas.
-Estoy enamorado. (Shock!)

(Silencio. Rotundo, dulce, interminable y perfecto silencio)

-No me vas a preguntar de quien?
-No podría imaginarlo, de quien?
-De vos. (Otro shock!)

(Otra vez, silencio, más rotundo, más dulce, más interminable y más perfecto que el anterior)

-Me voy a dormir, te extraño.
(Demasiada perfección en la realidad por hoy)
-Besos, cuando quieras.
-Pronto.
-Sí, pronto.
-Te amo. (Tenía que decírselo, tenía que hacerlo)
-Yo también.
-Vos también que?
-Yo también te amo.

(Corto)


Listo, ahora puedo morir en paz.
Ahora soy feliz.


María Sofía Borsini - Domingo, 10 de junio de 2007

jueves, octubre 04, 2007

Miedo.

Hoy me desperté con miedo.
Le tengo miedo a la muerte.
No se porque, pero siento que la vida se me escapa demasiado rápido.
Y apenas tengo 17 años.
Estoy aguardando momentos, para poder retenerlos.
Para que se esfumen, como los colores de tu mirada, que no se donde están, que ya no los veo.
Hace exactamente 40 noches que percibo en blanco y negro.
No esta tan mal, al menos puedo ver.
Pero ese no es el punto.
El punto es que tengo miedo.
El punto es que quiero hacer demasiadas cosas.
El punto es que quiero vivir más.
Y no se si me va a alcanzar el tiempo.
Este debe ser el mensaje más importante que he hecho.
Este es un verdadero dialogo hacia el interior de mí.
Mi interior me dice que tengo miedo, miedo de morirme, y quizás morirme sin ti.
Y se que apenas tengo 17 años, pero no puedo creer ya haber llegado hasta aquí.
Hace apenas dos años que he crecido, hace apenas dos años que se quien soy, o al menos creo saberlo.
Pero no parecen dos años.
No, no lo parecen.
Y tengo miedo, mucho miedo.
Que el resto de la vida se me escape tan rápido.
Tan rápido como la búsqueda intensiva que hice para encontrarme.
Tengo miedo a que el tiempo no sea suficiente, porque se que nunca lo es.
Y que jamás pueda terminar mi obra, y que jamás nadie se entere siquiera que existí.
Porque sí, existí, estuve aquí.
Y eso es algo que me gustaría que se supiese.
Que a pesar de temerle a la muerte viví, si, viví, tuve un cuerpo, un alma, una mente.
Quiero dejar un huella. Y se me esta haciendo tarde.

Estoy lista para vivir,
Vivir con miedo a la muerte.
Por favor abran esa puerta. Afuera me espera el sol.

María Sofía Borsini – Domingo, 30 de septiembre de 2007.

Sólo dos minutos más.

En los últimos días me transforme en la nada, no era mas que una sombra cargada de palabras, que no reía, que ya no hablaba.
Solamente una sombra sola, que sólo sola caminaba.
El placer de estar triste, le llamaba.
Fue entonces que pensé, porque no terminarla? Si de todas formas nada era lo que de la nada ganaba.
Fue entonces ahí que vi, que si no yo no existiera, nada cambiaria y seguiría ahí la luz de su mirada.
No se si morí de amor, no se si morí de lagrimas.
Sólo se que morí, eternamente morí en la nada.
Era demasiada realidad y tanto yo no soportaba, se me hacia difícil ver cuando los ojos con cristales de sal se me empañaban.
Y entonces salí a caminar, por las calles, a ver si a mi misma me encontraba.

Y me acuerdo que un instante preciso, en esos de los tanto quise evitarte, te cruce, a vos, a tus ojos, a esa única ventana que me permitía conocerte.
Y vi en ese mar profundo el azul donde caería eternamente.
Y fue ahí, justamente, que termine de marchitar esa ínfima vida de suerte, y por fin morí, en la calle que habían pisado tus pies dos segundos antes.
El viaje comenzó raro, como mareado, como oscurecido, como real, como eterno, pero no sentí dolor alguno, no quedaba ninguno, no sentía peso, no se si ya era yo, no se quien era, y disfrute como el alma se me desprendía del cuerpo.
Pero recordé, en esa precisión de segundos recordé, que aún quedaba una deuda, no podía marcharme así, no podía dejarla eterna.
Y tuve la oportunidad y volví, a ver tus pies, a ver la tierra.
Y me tape los ojos para no verte. Me tape los ojos para no ver tus ojos. Y dije aquello que nunca había podido decirte, y lo dije porque se que fueron las últimas palabras, porque tuve la oportunidad de decírtelas, porque si no hubiera planeado esto me hubiera marchado, y quizás nunca te hubieras enterado. Pero quería decírtelo, quería que lo supieras, o al menos que lo recordaras.
Si, que lo recordaras.
Fueron muchos menos que dos minutos, estoy segura.
Quizás te parecieron más porque no hablaste, porque sólo me miraste mientras balbuceaba esa estúpida frase, pero, lamento si fue estúpida, tenía que decírtela.
La culpa no iba a ser tuya, la culpa no iba a ser de nadie, pero era tan lindo soñar en las nubes, pero era tan lindo flotar en el aire…
Y ahora me marcho tranquila, más liviana que antes.
Ahora estoy realizada, ahora que se que lo sabes.
Y si me quedaba alguna deuda, pues bueno, esa deuda ha sido totalmente saldada.
Sí, ya se que son mucho, que son solamente palabras. Pero nada más que eso podía yo ofrecer, porque esta vez si que ya no me quedaba nada.

Y aquella tarde de Junio 10 en la que nada por perder tenía, termino convirtiéndose en esto, la causa de mi agonía. Pero no te alteres que no te culpo, se perfectamente que la culpa ha sido mía.

No te robo más el tiempo, ahora si me marcho, luz eterna mía!

María Sofía Borsini – Lunes, 17 de septiembre de 2007.

Diría que demasiado.

La vida cambio mucho mucho. Diría que demasiado.
Y por si no lo habías notado, no me agradan para nada los cambios.

Tener tanta tranquilidad es agobiante. Y estoy harta de gastar tanto tiempo en mí. El celular ya no suena y el Chat me aburre completamente, porque solo te espero a ti, pero es a ti a quien luego no puedo hablarle.

Y aún no entiendo en que momento pasamos a esta situación.

No se, te juro que no lo se.
De un día para el otro ya no te tenía, así nomás, tan rápido, como un flash.
Y ya te dije, que los cambios no me agradan. Y mucho menos estos, que además de no simpatizarme, me hacen mal.

Estoy buscando a la fuerza de voluntad pero esta vez no la encuentro disponible. Sinceramente, no se si tengo ganas de ponerle ganas a la vida. Y es obvio que no te diste cuenta, porque algo que gane con el tiempo fue la habilidad de disimular, de cómo poder estar tan mal y que no se note para nada.

Hay veces, muy pocas veces, en las que si pensas rápido en otra cosa y apretas los labios con fuerzas, podes encubrir no llorar. Y hacerte la que no paso nada, la que esta todo bien, todo más que bien.

Eso es otra cosa que me daba miedo, el estar todo más que bien. La perfección es parecida al sarcasmo. Nada ni nadie es perfecto, justamente porque ser perfecto sería insoportable.

Y demasiada perfección de tu parte me estaba preocupando…

Bien hice en preocuparme, que de nada me sirvió, porque de todas formas explotaste tu verdadero yo en el momento menos indicado, bah, en un momento, cualquiera hubiera sido el menos indicado. No hay un buen momento para las cosas que no queremos escuchar.

Y ahora, como veras, estoy perdiendo el tiempo en auto-convencerme de que así estoy mejor. En acostumbrarme a que todo el mundo haga lo mejor para mí, aún cuando no sea lo que yo quiera.
Decir que “así es mejor” es menos responsabilidad, menos culpa para acarrear con uno mismo.
Ser impersonal y creer que pensamos en el otro es como sacarse un peso de encima.

Y vos te lo sacaste.

Pero sí, la vida cambio demasiado, ahora me emborracho sólo porque no quería que tu lo hicieras, ahora fumo sólo porque detestaba tanto verte fumar.
Ahora hablo, ahora siento, pienso, me valoro, escucho, me hago escuchar, me muestro tal cual soy, actúo un poco, escribo, dibujo, pinto, canto, bailo, lloro mucho, soy feliz, soy infeliz, estoy bien, disfruto de los días, disfruto de estar triste, encuentro el placer de cada cosa e intento vivir el presente, sólo porque contigo jamás lo hice.

Y le digo a todo el mundo que crecí.
Y le digo a todo el mundo cuanto me ayudaste.
Y le digo a todo el mundo que ya lo supere.
Y creo que el mundo me cree.
Y creo que me lo creo.

La vida cambio mucho mucho, sí.
Y a nadie le importa, y nadie se da cuenta.
Nadie piensa en ti como tu mismo lo haces.
No, nadie. Absolutamente nadie.

María Sofía Borsini – Domingo, 23 de septiembre de 2007

Contradicciones.

-Venís a fumar a la terraza o no?
-Esta lloviendo.
-Y a mí que me importa?


Sí, lo se, detestaba que fume, ver ese cigarrillo consumiéndose en sus labios me llenaba de Odio, sí, Odio con mayúscula.
Pero lo quería bastante, porque él, de una forma u otra se hacía querer, sí, lo quería bastante porque él se hacía querer de ese modo.
Como ya les dije, lo quería, y ese día, quería verlo.
Junio 10, inolvidable.
Llego fumando y subió las escaleras, fumando también, yo lo veía desde acá, desde la terraza, donde lo estaba esperando, como habíamos pactado.
Y puedo jurarles, sí, puedo hacerlo, que hoy no me importaba el humo, hoy solo me importaba él.
Y llego a mi encuentro.

Amaba el silencio, (y aún lo amo, creo).
Amaba el silencio pero en ese instante odie que no hablara.
Estaba esperando que dijese algo, y creo que él esperaba lo mismo.
Y me hacía la interesante y le pedía una pitada de su cigarro, de ese cigarro que tanto odiaba en él, y lo aspiraba, profundo, profundo, a veces demasiado, y me ahogaba novatamente, debo haber parecido muy estúpida, pero creo que a él no le importaba, no le molestaba en lo más mínimo, es más, creo que le gustaba mi manera de fumar, mi estúpida manera de fumar.

Y ahí seguíamos, mirando la nada.

Cuando las distancias nos separaban éramos de los más unidos, y ahora que estábamos tan cerca, estábamos distanciados. Era extraño. Y aún lo es. Pero en ese momento descubrí cuanto me fascinaba la rareza, cuanto necesitaba de ella para sentir que sentir valía la pena.

Sí, amaba el silencio, pero no hay que abusar, tanto silencio no podía hacernos bien, y sentía que todo se iba a ir al carajo si alguien no decía algo, y ese algo debía ser pronto, debía ser ya. Sí, ya.

Entonces busque en mi mente los motivos, las circunstancias, las frases hechas y los hechos que no servían para frases, y claro, como era de esperarse, y como ya supondrán aquellos que me conocen, no me salió ni una maldita palabra.

Balbucié idiotamente, porque claro, todo lo que en el momento preciso nos parece de lo más lógico, a la lupa de los años nos parece terriblemente idiota. Es normal, es humano.
Sí, claro, es humano ser idiota. Y mucho más cuando se esta enamorado, o cuando se cree estarlo.

Pero, me había dicho que me amaba, lo había dicho, lo recuerdo bien, si fue por eso que junte coraje para hablarle hoy, bueno, “hablarle”, es un decir, ustedes entienden.

No se bajo que circunstancias alcohólicas lo dijo, y no quiero pensar en las circunstancias mentales, además, teniendo en cuenta que ahora decimos “te amo” como si dijéramos “hola”, no me sorprendió, bueno, si, me sorprendió pero no mucho, o quizás mucho, pero me hice a la idea, o no, pero soy fácilmente acostumbrable a algunas cosas, no a todas.
Pero esta era una de esas cosas.

No tenía nada que perder, al menos no en esta instancia, así que, si todo terminaba bien, venía la parte del beso, como en toda buena novela melosa y pegajosamente adorable. Y si terminaba mal, bueno, no se, no me puse a pensar en ese momento que pasaría si terminaba mal, como dije antes, no tenía absolutamente nada que perder, nada de nada (o eso creía).

Por suerte ese día termino bien.

Time has told me, you are rare, rare to find
A troubled cure for a troubled mind.

María Sofía Borsini – Lunes, 17 de septiembre de 2007