-No hables, me dijo
Quédate así, en silencio.
Las palabras solo arruinan las cosas.
Todo es perfecto cuando existe el silencio.
Es casi como el placer de la muerte.
Todo es perfecto cuando uno se esta callado.
Cuando uno esta muerto.
Pronto descubrí de donde provenía ese escalofrío que a veces recorría mi cuerpo.
Ese miedo inexplicable.
Ese miedo sin razón.
Era miedo a ella.
A ella y a lo que pudiera hacer, solo para demostrar que era fuerte.
O débil.
O para demostrar algo, o para que la escuchen.
O para que sientan lastima.
O para que le den cariño.
Pronto descubrí también que yo podía ser el culpable de esos pensamientos.
Antes de ella, yo no tenia nada.
Antes de mi, ella estaba perdida.
Y ahora?
Y ahora no se como esta ella.
Pero yo soy feliz.
Porque ella me hizo feliz.
Empecé a preocuparme por su obsesión con la muerte.
Empecé a sentir terror.
Ya no era miedo, no.
Era mucho más grave.
Y cada vez que no la veía me carcomía la desesperación.
Y cada beso que le daba era retrasar lo inevitable.
Porque en este tiempo llegue a conocerla muy bien.
Y ella sabía lo que quería mucho antes de conocerme.
Y ella hacía lo que fuera por conseguir sus objetivos.
Solo estaba esperando el momento.
Su momento.
Porque sabía que habría uno, siempre lo supo.
Y siempre lo tuvo en mente,
Pero yo me negué a aceptarlo.
Me creí tan importante como para cambiar su existencia.
Como para darle un sentido a su vida.
Y descubrí que lo que pasara no sería culpa mía (aunque así lo sintiera yo por siglos)
Descubrí que ella ya se había decidido,
Y que yo nada podría hacer al respecto.
Solo restaba esperar.
Y sacarle el mayor color a ese ángel que tenia en mis manos.
María Sofía Borsini.
No hay comentarios:
Publicar un comentario