martes, noviembre 20, 2007

Juan.

(A pedido de mi Psicologa, A la cual, Misteriosamente, Deje de visitar)

Me llamo Juan, porque siempre hay muchos.
También podría llamarme Pablo o Martín, pero esos ya son menos, así que me quedo con Juan, para continuar con el “anonimato no anónimo”.

Me llamo Juan y me gustan las chicas con mucho pelo que se irritan cuando se les infla por la humedad.
Me gustan las chicas que prefieren caminar 30 cuadras largas. Muy largas, antes que tomarse un micro.
Me gustan las chicas que usan Jean porque saben lo bien que le quedan, y me gustan las chicas que se ponen polleras para enloquecer con esas larga, largas piernas.
Me gusta esa clase de chicas que nadie mira, que pasan desapercibidas por ahí pero que son toda una estrella por dentro.
Me gustan esas chicas que esconden tanto pero tanto, que jamás llegas a conocerlas por completo.
Me gustan las chicas como María por ejemplo, y le digo María porque de ese nombre también hay muchas, ¿Quien no conoce al menos una María? , aunque sea María algo o María a secas, siempre las hay.

Entonces, María se llama la mina más piola que conozco.
La que se ríe de todos mis chistes sin recriminarme ninguno. La que pasa horas frente al espejo viendo que ponerse pero después te dice que se levanto tarde y que ni siquiera se peinó.
Yo igual no le creo, porque yo la conozco, yo se como es María.

María es un sol que camina, es como la luz con ojos y patas.
María carece completamente de algún extracto de ego, es la dueña de la autoestima más baja del mercado.
María no se valora, pero yo si valoro a María.

Maria es de esas chicas que no cruzas en cada esquina, no señor, capaz que con fortuna puedas encontrarte una María cada cuadra y media, si es un día de suerte, si esta lindo afuera y se les da por salir de ese refugio-habitación en el que viven y se esconden de la realidad que les lastima los ojos y las enceguece cuando hay mucha claridad.

María es casi-perfecta, y me encanta María.
Pero María no puede ser mi novia, porque María es mi amiga.
Quizás alguna vez pudo serlo o lo fue, pero ahora no, porque ahora no se puede.

A María la conozco hace más o menos dos o años, o capaz que tres.
Pero en realidad parecen que fueran cien siglos, o veinte o diez.
Diez, creo que con diez me alcanzan.

María es de esas personas que saben todo de uno, a veces más que uno mismo, y uno nunca sabe de donde lo saco, quien se lo contó, como lo aprendió, o como se dio cuenta.
Y uno cree saber todo de María, pero siempre hay “algo más” que nunca llega a saber.
Con María podes hablar de lo que quieras, María nunca te va a decir que no a nada.
María es una chica muy abierta, que sabe entender cualquier cosa, por más que no le convenga, que le haga mal, o que salga perdiendo.
María prefiere la verdad antes que cualquier mentira, pero María miente a veces para no lastimar a los demás.
María no confía mucho en si misma, pero nunca me dijo porqué y yo tampoco me anime a preguntar.
María tiene un pasado largo y un alma herida, que no cualquiera va a poder curar, pero ella está segura que en el mundo existe alguien, que sólo es cuestión de buscar.
Y yo espero que tenga razón y que lo encuentre, porque María no nació para estar sola, y alguien debe merecer todo ese amor que ella tiene para dar.

María estaba muy mal cuando yo la conocí, María estaba oscura.
María estaba llorando y me llamo a mí antes que a otro, María me hablo de cosas que yo no entendía, pero María confió en mí. Y eso aún hoy me pone muy feliz.

A María después se le enredaron los cables y yo se los cruce más y más. Y María hoy sigue enredada, pero lo disimula y sólo lo dice de vez en cuando, cuando el alcohol la justifica y después puede remendarlo todo diciendo que era una broma y nada más.

No me gusta que María tome, y que ahora haya empezado a fumar tampoco. María se hace mal porque quiere castigarse no se porque, porque no fue culpa de ella no saber elegir, porque no fue culpa de ella confiar de más.
Porque no fue culpa de ella querer vivir.

A María le gusta que los chicos usen cadenitas o collares o cosas así. Y a María le gusta saber el porque de todo, conocer las historias y escuchar, escuchar mucho, y mirar a los ojos, de vez en cuando, cuando entra en confianza y se anima a empezar.

Y María no se olvida nunca de nada, no se si es porque no puede o porque no quiere, pero esta bueno a veces que no sepa olvidar. Porque te deleita con anécdotas locas que barrió el tiempo, que uno nunca recuerda, pero cuando se las cuenta se ríe, y se pone melancólico y nostálgico de todo lo que pasó y probablemente no vuelva a pasar.
Debe ser por eso que María casi siempre esta triste, porque piensa mucho, y en esas cosas es mejor no pensar.

Cuando María esta triste nadie le dice nada, pero cuando esta feliz todos le preguntan porqué, y María nunca sabe que responderles, porque cuando ella esta feliz nunca tiene motivos, sólo tiene pequeñas alegrías acumuladas, y cuando se juntan muchas estallan en una risa que le dura un tiempo, pero ese tiempo es hermoso, y contagia de belleza a quien se cruce en su camino.

Es por eso que María también es hermosa, aunque no te des cuenta en el primer instante y en el segundo ya sea demasiado tarde para notarlo. Y es por eso que María es hermosa de una manera rara, es raramente hermosa, y es por eso también que María tiene muchos amigos varones, y hasta muchos ex - novios, pero pocos amores que le ocupen la cabeza ahora.

Porque María no se enamora fácil, pero cuando lo hace, se enamora para siempre.
Claro que no siempre encuentra quien le devuelva ese amor que entrega, y por eso queda sola, llorando en algún rincón para que no la vean.
Pero la ven igual, y la gente siente lastima por María en ese momento. A algunos hasta le da bronca que sienta tanto, que sienta tan fuerte, y que olvide tan lento, o que no olvide nunca.

Y es por eso que algunas personas no quieren a María, porque no entienden su forma de ser, su forma de ver la vida, su forma de amar, y su forma de amar para poder vivir. Porque María necesita ilusionarse de algo para tener ganas de salir afuera a dar vueltas por la plaza, María necesita motivos, necesita razones. Y María las consigue fácil, las consigue rápido, para ocupar la cabeza en otras cosas, en cosas nuevas, mientras que por dentro se recupera y va construyendo y remendando paredes para prepararse a lo que sea.

Pero María nunca está preparada. Y aún así sigue sin importarle si va a salir golpeada.

María a veces es tonta, desaprovecha oportunidades y después se arrepiente, pero yo más tarde la consuelo diciéndole que no fue su culpa, ella no sabe cuando debe confiar y cuando no, y a decir verdad, yo tampoco lo se.

Pero María sabe muchas cosas, y de vez en cuando me las enseña a mí, y a María muchos no la entienden, pero lo que aprendió, lo aprendió viviendo, lo aprendió con sangre, y a veces enseñarlo duele, pero lo enseña igual, para que a los demás no les lastime tanto, aunque ella sabe que de nada sirve la teoría sin la practica, y que tarde o temprano, todos vamos a sufrir, aunque sea un poquito.

María piensa que su nombre es horrible, pero a mi me gusta, debe ser por eso que lo repito tanto, por que es hermoso, porque significa poco, pero me remite a mucho. María me gusta a mí, aunque ella lo deteste.

No se si María se enamoró de mi alguna vez, pero yo si estuve enamorado de María, aunque fue en el tiempo y en el lugar equivocado, y hoy el peso de los años, y el hecho de conocernos tanto, nos juega en contra por muchos motivos.
Así que cuando María quiso jugar con mis sentimientos de nuevo, le tuve que decir que no. Y me parece que hice lo correcto. Porque no es que lo ella lo haga apropósito, ella juega porque no se da cuenta, y ella llora cuando nota que estuvo jugando.
Entonces le dije que no para ahorrarle la angustia, y si ella no lo entendió en su momento, creo que ahora me lo agradece mucho.

Ni María se llama María, ni yo me llamo Juan. A mí María me dice Ángel, y a ella, yo (y únicamente yo) la llamo Polaroid. Y María de verdad existe y de verdad esta cansada, pero yo a veces le aliviano el peso si me quedo después de la madrugada hablándole de irrealidades como a ella le gusta hablar.

Y María quiere cortar los cables, liberarse, irse lejos y poder volar. Y yo le digo que lo haga, que sólo así va a estar mejor.
Es por eso que María en dos meses me va hacer caso, y yo lo único que hago es desearle suerte, y a veces, si me animo, le digo que la voy a extrañar mucho mucho, pero la dejo ir porque la quiero, y espero que esto la haga muy feliz, porque se lo merece, de verdad se lo merece.

María en realidad debe haber sido una estrella que no se debía pisar este infierno en la tierra, pero acá está, encantándonos a todos con su personalidad. Y yo tuve la enorme dicha de conocerla, es por eso que espero, que cuando se vaya, siga estando acá.

María Sofía Borsini – Martes, 20 de noviembre de 2007.

No hay comentarios: