miércoles, enero 16, 2008

La nada misma.

Busco en el cajón dos veces, pero nada encontró porque en realidad no sabia que estaba buscando. Revisó en el armario otras tres y volvió a la cocina. Tomo un vaso de agua natural y salio a revisar el garaje.
Se chocó con un par de infancias, vio cajas llenas de diferentes "nadas" y decidió parar de buscar. Cortó un par de flores del cantero y se fue al cementerio para sentirse más grande. En la entrada se sintió perdido, después encontró el lugar.
Ya ni se sabia hombre o mujer, desorientarse era el camino que mejor conocía él (o la sujeto) en cuestión. Caminó seis pasos, dejó dos flores, dio cuatro más y terminó el ramo. La cripta poseía su nombre, el que jamás podremos develar.

Final próximo.


Texto escrito en conjunto por María Sofía Borsini y Lucas Martinetti.

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