sábado, diciembre 15, 2007

PSIQUE -hablando a una pared-[capitulo dos]

2. El primer contacto.

Sobrevivía a mis días sin razones para hacerlo.
Sentado en el pasillo, mirando a las otras almas y sus motivos.

Y pasaban los pasos, y pasaban sus pies.
Iban.
Volvían.
Iban de nuevo.



Y al no verlos volver salí a buscarlos.

Y los vi allí, contra la ventana.
Disfrutando de todo ese aire que no era nuestro,
De toda esa libertad que no tendríamos jamás.

Me acerque.
Intente acercarme.
Y por primera vez en este encierro sentí algo.

Creo que era miedo.
Miedo al rechazo.
Si, debe haber sido eso.

-Te molesta la compañía?
No.
-Te molesta la soledad?
No.

(Sonreí.)

-Hay algo que te moleste?
Las drogas, la guerra por la paz, las frases sin sentido, los que no paran de hablar, la felicidad falsa, los falsamente felices, el éxito no merecido, el merecido éxito que no llega, los pájaros que no son libres y la tranquilidad abusiva.



La mire. Y esa mirada era hermosa.
Y no pensé en lo que me dijo.
Solo me perdí en esa mirada.

Creo que me estaba enamorando de esos ojos.

Hoy podría decir que conozco el mar más perfecto.
El único mar oscuramente profundo y celestemente bello.
Ese mar que oculta tantas cosas!
Ese mar que se oculta en sus ojos para que no pueda verla.

Y me daban bronca mis ojos marrones mirando los suyos.
Porque los suyos eran suyos.
Porque los suyos eran perfectos.

-No odio a los pájaros que no son libres,
Odio a las personas que se creen dueñas de su libertad.

(Esa frase me bajo de la perdición de sus ojos a la tierra)
Y descubrí que seguíamos ahí,
Que ni ella ni sus ojos se habían ido.
Y que ella y sus ojos seguían mirándome.

Y me sentí incomodo.
Y baje la mirada, para no enceguecerme con tanta luz.

Era perfecta, hasta sus palabras lo eran.
Hasta sus manos alcanzando el sol y tiñéndose de él.
Hasta sus dedos tocando el aire y llevándoselo al cuerpo.
Hasta su piel vistiéndose de día y luz, y aire y color, y sol, mucho sol

Tanta vida en un cuerpo tan pequeño.
Tanta vida y tan poco espacio para dejarla vivir.


María Sofía Borsini

No hay comentarios: