jueves, octubre 04, 2007

Sólo dos minutos más.

En los últimos días me transforme en la nada, no era mas que una sombra cargada de palabras, que no reía, que ya no hablaba.
Solamente una sombra sola, que sólo sola caminaba.
El placer de estar triste, le llamaba.
Fue entonces que pensé, porque no terminarla? Si de todas formas nada era lo que de la nada ganaba.
Fue entonces ahí que vi, que si no yo no existiera, nada cambiaria y seguiría ahí la luz de su mirada.
No se si morí de amor, no se si morí de lagrimas.
Sólo se que morí, eternamente morí en la nada.
Era demasiada realidad y tanto yo no soportaba, se me hacia difícil ver cuando los ojos con cristales de sal se me empañaban.
Y entonces salí a caminar, por las calles, a ver si a mi misma me encontraba.

Y me acuerdo que un instante preciso, en esos de los tanto quise evitarte, te cruce, a vos, a tus ojos, a esa única ventana que me permitía conocerte.
Y vi en ese mar profundo el azul donde caería eternamente.
Y fue ahí, justamente, que termine de marchitar esa ínfima vida de suerte, y por fin morí, en la calle que habían pisado tus pies dos segundos antes.
El viaje comenzó raro, como mareado, como oscurecido, como real, como eterno, pero no sentí dolor alguno, no quedaba ninguno, no sentía peso, no se si ya era yo, no se quien era, y disfrute como el alma se me desprendía del cuerpo.
Pero recordé, en esa precisión de segundos recordé, que aún quedaba una deuda, no podía marcharme así, no podía dejarla eterna.
Y tuve la oportunidad y volví, a ver tus pies, a ver la tierra.
Y me tape los ojos para no verte. Me tape los ojos para no ver tus ojos. Y dije aquello que nunca había podido decirte, y lo dije porque se que fueron las últimas palabras, porque tuve la oportunidad de decírtelas, porque si no hubiera planeado esto me hubiera marchado, y quizás nunca te hubieras enterado. Pero quería decírtelo, quería que lo supieras, o al menos que lo recordaras.
Si, que lo recordaras.
Fueron muchos menos que dos minutos, estoy segura.
Quizás te parecieron más porque no hablaste, porque sólo me miraste mientras balbuceaba esa estúpida frase, pero, lamento si fue estúpida, tenía que decírtela.
La culpa no iba a ser tuya, la culpa no iba a ser de nadie, pero era tan lindo soñar en las nubes, pero era tan lindo flotar en el aire…
Y ahora me marcho tranquila, más liviana que antes.
Ahora estoy realizada, ahora que se que lo sabes.
Y si me quedaba alguna deuda, pues bueno, esa deuda ha sido totalmente saldada.
Sí, ya se que son mucho, que son solamente palabras. Pero nada más que eso podía yo ofrecer, porque esta vez si que ya no me quedaba nada.

Y aquella tarde de Junio 10 en la que nada por perder tenía, termino convirtiéndose en esto, la causa de mi agonía. Pero no te alteres que no te culpo, se perfectamente que la culpa ha sido mía.

No te robo más el tiempo, ahora si me marcho, luz eterna mía!

María Sofía Borsini – Lunes, 17 de septiembre de 2007.

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