viernes, octubre 12, 2007

Perdón.

Perdón.
-Por qué?
Por todo.

Perdón por moverte los hilos acordes a mi felicidad.
Y por hacerte creer que no planeo estas cosas, cuando en realidad sí,
Están fríamente calculadas en los rincones de mi mente.

Puede ser que me consideres psicópata, o algo así.
Y tendrías toda la razón en juzgarme.

Pero necesitaba sentirte dentro mío.
Rendirle cuentas a tu cuerpo.
Volver a acariciarte al menos una vez más.

Negarte no podrías, sería solo cuestión de instinto.
Y no hace falta que lo digas, no muevas esos maravillosos labios por favor,
Ya se que no sientes nada. Lo se, y no me importa.
Déjame morir de amor, déjame ilusionarme.
Déjame creer que me quieres, que aun me quieres pero que por algún extraño motivo no quieres decírmelo.
No lo desmientas, por favor, no lo hagas!
Que te cuesta seguirme en mi dulce drama? Solo mentiras para construir mi felicidad, no te pido mucho más que eso. Palabras, palabras vacías y nada más.

Y perdón también por entrar en tu vida, sabia que era peligrosa.
Y fui tan egoísta en adueñarme de ti como motivo de la mía. Pero se sintió bien. Se sintió muy bien.

Y te digo más, sabía que no era para siempre.
Porque nada es para siempre.
Pero más sabia que no sería para mucho.
Y aun así, no quise creerlo.

Y supe desde el primer instante que me iba a doler profundamente.
Y no se en que momento la diversión se transformo en bondad.
En aire, en vicio o necesidad.
Te juro que no me di cuenta, de saberlo hubiera frenado.
Hubiera dicho “basta! Esto es demasiado, hay muchos sentimientos enredados y estoy segura que voy a perder. Y voy a perder mucho.”
Pero no lo hice. No frene.
Y acá estoy, ya me ves.

Y otra vez perdón, por hacerme la sorprendida al verte.
Cuando ya sabia que te iba a cruzar ahí.
Por preguntarte como estabas, por intentar tener una conversación normal, banal y típica.
Y por responderte que yo también estaba bien, que estaba muy bien.
Y era mentira.
Por hacerme la alcoholizada para que me acompañes a mí casa.
Por invitarte a pasar.
Por decirte todo lo que no me animaría a decirte si no supiera que después podría justificarlo en el alcohol.
Por hacerme la que no era yo, la que no estaba conciente, la que no sabia lo que hacia.
Por robarte un beso.
Dos, tres o cuatro.
Por acariciarte, por tener tus manos de nuevo.
Por sentirte otra vez.
Y por terminar la historia.

No fue tu culpa seguir mi juego,
Mi mente a veces se torna oscura, resbaladiza, complicada.

Perdón de nuevo.
Fue completamente mi intención.
Recién ahora se me aclara la percepción.
Recién ahora puedo pensar.
Y estuve mal.
Y me equivoque.
Perdón.

María Sofía Borsini – Viernes, 12 de octubre de 2007.

No hay comentarios: